Si me preguntas quién soy, probablemente me detendré algunos minutos a pensarlo, quizá no sepa que responder. O al menos eso hubiese pasado hace algunos años, cuándo no tenía ni puta idea de quien era.
He pasado 22 años descubriendome, dándome cuenta que me encantan los atardeceres y caminar en la playa, que otoño es mi estación del año favorita aunque aborrezco el color naranja.
Que las nubes siempre parecen tener forma y que las pesadillas aún seguiran formando parte de mis diarios a los 23 años.
Si me preguntas quién soy, probablemente te diga que soy la luna llena que maravilla al mirarla, que soy la neblina que ocasionalmente parece llevarse todo lo que toca.
Quizá te diga que soy una Lili marchitandose dejando caer sus pétalos rosados, que soy la marea de un abril caluroso, o la sombra de un Fresno en julio.
Crecí con la presión de cumplir las expectativas de toda una familia.
Rompí el molde que me diseñaron cuándo decidí hacer lo que me apasiona a pesar de que no es lo que mi familia quiere para mí.
Me rompió saber que no confiaban en mi talento, mis habilidades y mi creatividad, me dolió entender que no encajo en lo que ellos quieren.
Muchas veces me sentí perdida y no lograba encajar en ningún lugar, tuve que empezar de cero creandome una nueva identidad (en realidad siempre fui yo, pero tenía miedo de experimentar) y entonces surgió esta nueva identidad, para poder sobrevivir.
Solía confundirme a mi misma algunas veces, después de decidir que linda sería la chica extrovertida que le gusta escribir, pintar, y tomar fotos.
Sin darme cuenta que siempre había formado parte de mí, solo que me costaba aceptar que si soy buena en lo que me apasiona y que si hay personas a las que les toco el alma con lo que soy; Mar y río, árbol y flor, fuego y ceniza, pasión y coraje.
Soy linda Mariana
¿Tú quien eres?
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